El Popocatépetl en boca (y pulmones) de todos

El volcán Popocatépetl está en la boca de todos y probablemente esto puede ser más literal de lo que pensamos, pero eso lo explico más adelante.

Las recientes erupciones han encendido las alarmas ante la posibilidad de una explosión mayor, que afectaría, sobre todo, a los municipios más cercanos al cráter, pertenecientes principalmente a los estados de Puebla, Tlaxcala, Morelos y Estado de México. Al menos 23 millones de personas viven en una radio de 100 kilómetros a la redonda del Popocatépetl.
La caída constante de ceniza ha dejado imágenes impactantes que parecen fotos en blanco y negro al observarse ciudades y pueblos completamente cubiertos por una fina capa de residuos volcánicos.
Por ello, los expertos han recomendado usar mascarillas o pañuelos húmedos para cubrir nariz y boca, pues la ceniza volcánica puede ser perjudicial para la salud, principalmente para aquellos que padecen enfermedades respiratorias. De acuerdo con la Secretaría de Salud, las partículas más pequeñas de cenizas pueden encapsularse en nuestros pulmones Causando inflamación y menor capacidad respiratoria.
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Sin embargo, esa no es la única afectación directa de las cenizas volcánicas. Sus efectos pueden pasar inadvertidos y durar mucho tiempo después de que las erupciones hayan concluido.
El Municipio de Tlalnepantla de Baz ha alertado sobre las afectaciones de la calidad del agua superficial y subterránea por la ceniza. Los animales y las personas que consumen agua con exceso de ceniza pueden presentar problemas gástricos. Si bien, de acuerdo con el Cenapred, el riesgo de intoxicacion por beber agua contaminada con ceniza es bajoel PH del agua puede verse reducido y la clorificación inhibida, lo que propicia que las bacterias en el agua proliferen.
Este riesgo es particularmente importante, pues justamente la zona del país que más afectaciones puede tener por la caída de cenizas, es también la que concentra el mayor número de plantas purificadoras y embotelladoras de agua a nivel nacional.
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Como sabemos, México es el principal consumidor per cápita de agua embotellada. El riesgo potencial de que el agua que se venda en los proximos meses este contaminada aumenta. Desgraciadamente, el marco normativo para la operación de las pequeñas plantas embotelladoras es bastante laxo. Cientos de estos establecimientos operan de forma clandestina, por lo que muy seguramente no cuentan con la tecnología ni los procesos óptimos para purificar el agua.
Entre las acciones que podemos hacer para evitar poner en riesgo la salud de nuestra familia, está cubrir los depósitos de agua de nuestros hogares para que no se contaminen y verificar que el agua que compramos para beber provenga de embotelladoras que abrir legalmente y que sean monitoreadas constantemente por la Cofepris.
Mantenerse informado mediante fuentes oficiales (principalmente el Cenapred) también es un punto clave para evitar que, literalmente, el Popocatépetl esté en nuestra boca y en el resto de nuestro organismo.